martes, 7 de enero de 2025

¿Es la comida la gran oportunidad que Amazon y Alexa se están perdiendo?

A mi madre nunca le gustó la tecnología y si no cambió su smartphone por un teléfono menos inteligente y más fácil de usar fue porque en el último momento se dio cuenta de que echaría de menos las fotos y vídeos que su hermana le enviaba por whatsapp. No se me ocurre mejor ejemplo de lo que es una «killer app», una aplicación que por si sola basta para que alguien decida comprar y usar un aparato. La mayoría de las tecnologías que han triunfado en los últimos años lo han hecho gracias a una o varias de estas killer apps. Por ejemplo, la popularización de los ordenadores domésticos se vio impulsada por la llegada del correo electrónico y la posibilidad de tener fotos, canciones y vídeos en el ordenador. Miles de potenciales compradores muy poco interesados en las suites de ofimática acabaron comprando un PC para su hogar con tal de poder utilizar Hotmail y Winamp en su ordenador. También tecnologías a las que le ha sucedido justamente lo contrario. Por ejemplo, las gafas de realidad virtual, a pesar de la excelencia técnica que se ha logrado, no han llegado a convertirse en un producto de consumo masivo porque no ha surgido ninguna aplicación que justifique su compra y su uso diario. Una killer app, para que pueda considerarse como tal, debe crear o solucionar una necesidad díficil de satisfacer de otra manera. Por ejemplo, el correo electrónico no tardó en sustituir al correo postal porque era mucho más rápido y barato, pero ha surgido nada parecido en la realidad que capte la atención del público de tal manera.

Los asistentes virtuales por altavoz, como el Alexa de Amazon, prometían revolucionar el hogar moderno, pero una vez que se desvanece la emoción de pedirle que ponga música, te informe del tiempo o añada cosas a una lista, lo cierto es que no sirve para nada que no se pueda hacer de manera incluso más cómoda con un smartphone. Por tanto, encaja a la perfección en la categoría de tecnología emergente que necesita urgentemente una killer app que la impulse y, a ser posible, que impulse los beneficios de otras divisiones de Amazon.

A pesar de las grandes cantidades de dinero que mueve, el sector de la alimentación es uno de los que menos ha cambiado con la llegada de las nuevas tecnologías. Por supuesto, es posible comprar en supermercados por internet y los establecimientos se han beneficiado internamente de un buen número de avances. Sin embargo, la experiencia de la mayoría de los consumidores sigue siendo la misma y continúan haciendo la compra físicamente. Hay varios buenos motivos para ello, como por ejemplo la naturaleza perecedera de muchos de estos productos y la urgencia con la que se necesitan, pero lo cierto es que la compra por internet no ofrece muchas ventajas, más allá de evitar un desplazamiento que en la mayoría de los casos es corto dada la ubicuidad de las tiendas de alimentación.

Si bien en el hiperconsumista occidente podría pensarse que la alimentación es un problema resuelto, lo cierto es que la mera disponibilidad de todos los alimentos imaginables no basta para que los ciudadanos occidentales se alimenten de manera saludable y con alimentos apetecibles. La elevada incidencia de problemas de obesidad y enfermedades cardiovasculares debidas a una mala alimentación, incluso en los países con un elevado poder de consumo, indican que hay algo que no acaba de ir bien. Y es que para alimentarse bien, no basta con tener dinero y poder comprar alimentos, es necesario también dedicarle un tiempo del que carece la acelerada sociedad actual, lo que ha hecho que se abuse de alimentos superprocesados de valor nutritivo y gastronómico cuestionable. En realidad, para comer bien bastan con tener las recetas adecuadas y los ingredientes necesarios en la cocina, pero la mayoría de la gente no encuentra el tiempo necesario para planificar los menús de la semana y hacer la compra pertinente, lo que dispara las decisiones de última hora.

Si sumamos todo esto, veremos que tenemos todos los ingredientes necesarios de un producto tecnológico de éxito: un sector millonario, una necesidad no atendida y una enorme cantidad de datos que podemos procesar para resolver el problema. Por supuesto, hay en abundancia tanto apps como webs dedicados a la comida, pero a fin de cuentas, no son más que recursos entre los que el usuario debe abrirse paso para encontrar lo que necesita.

Alexa podría resolver este problema de una manera novedosa y óptima. Es fácil imaginarse un futuro en el que con apenas cinco minutos de conversación con nuestro dispositivo no solo tenemos solucionadas todas las comidas de la semana, sino que la lista de la compra necesaria está en nuestro móvil y basta pulsar un botón para que nos la traigan a domicilicio y, además, sin tener que soportar complicadas o incómodas dietas, nuestra salud mejorará. Y si hay algún cambio en el plan, que lo habrá, bien porque no sigamos el plan establecido o sencillamente porque nos apetece algo diferente, se reprogramarán el resto de las comidas para dar prioridad a los alimentos que caducan antes y reducir al mínimo el desperdicio.

La clave está en que para lograr una solución así, el sistema debe conocer muy bien el usuario y sus hábitos alimenticios. A los usuarios no les suele tener que rellenar a diario formularios, por lo que Alexa ofrece un método para que el sistema aprenda las pautas del usuario. En esta primera fase, el sistema se limita a aprender lo que suele consumir el usuario y las características de su unidad familiar. Dado que inevitablemente habrá huecos, los patrones aprendidos de usuarios similares pueden servir para elaborar estimaciones y pedir al usuario únicamente que las valide. En la segunda fase, el sistema comienza a planificar los menús siguiendo las costumbres del usuario, que sigue alimentándose de la misma manera, pero agilizando la redacción de la lista de la compra y su adquisición. Una vez que el usuario está satisfecho con la replicación que el sistema hace de su alimentación, comienza la tercera fase, en la que el sistema comienza a proponer mejoras en la alimentación del usuario, según sus objetivos, como por ejemplo perder/ganar peso, prevenir enfermedades o dar prioridad a determinados principios éticos.

En la actualidad no hay ninguna solución similar que se pueda emular, lo cual hace el desarrollo más difícil. Sería necesaria la colaboración de un gran número de expertos en diversos campos, juntos con exhastivas pruebas con usuarios reales para llegar a crear algo que pueda considerarse como el «iTunes de la comida» y logre ordenar los hábitos alimenticios de los usuarios de la manera en que iTunes lo hizo con sus colecciones de música. Sin embargo, esta dificultad es precisamente lo que la convierte en una gran oportunidad. La primera empresa que logre que sus clientes se alimenten de manera más saludable, acorde a sus gustos y gastando menos dinero, se convertirá en el referente del sector y, por el círculo virtuoso que se puede conseguir (más usuarios, más datos, más calidad), será difícil de batir. Usuarios satisfechos y publicaciones que divulguen las bondades de esta oferta pueden ser la mejor publicidad y, si no basta, algo como «come a diario como si el mejor chef del mundo cocinara para ti», puede servir. Por su infraestructura de venta y asistentes virtuales, Amazon se encuentra en una posición óptima para liderar este sector y, si tenemos en cuenta los beneficios que Apple obtuvo con su tienda de música digital, los beneficios potenciales pueden llegar a dar miedo. En realidad, lo único que es extraño que todavía nadie esté trabajando en ello, pero lo bueno en tecnología es que, si hoy todavía no existe, podemos confiar en que mañana existirá.

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