Más de mil artistas británicos, entre los que se incluyen Dua Lipa y Kate Bush, han respaldado un disco para impedir que las empresas puedan entrenar sus modelos de inteligencia artificial con sus canciones. El disco en cuestión consta de 12 canciones que consisten en un completo silencio que, según alegan, es lo que nos espera si se permite que la inteligencia artificial entre en el mundo de la música.
En principio, puede parecer una idea buena y certera, dado que el mundo del arte siempre ha parecido el último reducto en el que la intervención humana era fundamental. Sin embargo, apenas se analiza un poco esta idea, empiezan a apreciarse costuras. A fin de cuentas, viene a ser como si los artesanos alfareros anteriores a la revolución industrial nos advirtieran de los peligros de la automatización industrial sacando al mercado cajas de cartón vacías, sin platos ni vasos en su interior, para avisarnos de lo que nos espera. Ejem, lo cierto es que tanto la revolución industrial como la inteligencia artificial lo que provocan es más bien lo contrario, una abundancia de productos, lo cual también puede generar problemas, pero desde luego lo que nos espera no es una época sin música.
Aún así, hay otra pregunta más importante que desmonta las bases de esta protesta. Si la música que crean es algo que necesita de la intervención humana, ¿por qué temen que pueda sustituirles las inteligencias artificiales? Ningún traductor se sintió amenazado cuando los motores de traducción automática traducían la frase rusa “El espíritu es fuerte, pero la carne es débil” como “El vodka es bueno, pero el filete está podrido”. Fue cuando los traductores empezamos a ver que las traducciones de las máquinas no diferían tanto de las humanas cuando empezamos a pensar que parte de nuestro trabajo empezaba a quedar obsoleto. Por tanto, el problema no es que en el futuro no haya música, sino que hay motivos para pensar que el papel de los artistas en la música está a punto de cambiar.
Otro problema que pasa por alto esta iniciativa es que, aunque la ley prohibiera a las empresas entrenar sus modelos de inteligencia artificial con su música, no habría inconveniente alguno en que las discográficas, que con frecuencia son las propietarias de los derechos de autor de la música, creen sus propios modelos de IA con esta música y los utilicen para aumentar al máximo sus beneficios. Los artistas perderían mucho poder si no fueran necesarios para crear la música que ahora escriben, bastaría con que la discográfica desarollara su propio modelo para producir tantos discos atributos al artista que prefirieran, a no ser que haya tenido mucho cuidado al redactar su contrato, algo que no suele ocurrir con los artistas noveles. Incluso podrían poner estos modelos a disposición del público, aunque por un precio muy superior a lo que ahora cuestan los modelos de generación de música por IA. Por supuesto, este servicio sin duda incluiría estrictas cláusulas para que la música no pudiera redistribuirse ni para ningún uso comercial.
Aunque tal vez en realidad la metáfora no vaya descaminada. Estamos en un momento en el que las decisiones que se tomen pueden silenciar muchas voces, aunque no son las de esos artistas con contratos millonarios, sino la de toda esa gente anónima que, por una vez, podría expresar sus inquietudes y sentimientos a través de la música, aunque no tengan formación musical ni haya una discográfica dispuesta a pagarles un ejército de compositores y productores. Basta repasar las listas de grandes éxitos para ver que la temática de la mayoría de estas canciones van del tópico tema “me has abandonado y no puedo superarlo/ya te he olvidado”. Tal vez sería una novedad que, en lugar de escuchar las tribulaciones sentimentales de Shakira o los problemas que le plantea la fama a The Weeknd o a Billie Eilish, uno pudiera escuchar canciones sobre los temas que le preocupan o lo que le interesa a la gente que rodea. Es por este posible silencio, de estas voces que hasta ahora nadie escuchaba, por las que es preferible que se permita que estos modelos se desarrollen y todos puedan disfrutar de ese nuevo mundo de posibilidades que es cierto que asusta un poco, como todo lo desconocido, pero que tiene un gran potencial de mejorar nuestras vidas.
PD: Si alguien piensa que estas herramientas no consiguen buenos resultados, le sugiero que escuche esta canción chill, este instrumental clásico o esta canción de baile, para que descubra cómo amplifican las posibilidades musicales, incluso de un simple traductor.
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